WHY SO SERIOUS????
martes, 4 de agosto de 2015
jueves, 5 de marzo de 2015
lunes, 20 de octubre de 2014
PAUTA PARA TRABAJO EVALUADO 4° MEDIOS "DISCURSO PÚBLICO"
Liceo Miguel
Rafael Prado
Depto. Lenguaje
PAUTA TRABAJO EVALUADO COEF.1
DISCURSO PÚBLICO 4° MEDIOS 2014
·
MÁXIMO INTEGRANTES 4 PERSONAS
·
FORMATO ÚNICO DE ENTREGA: HOJA TAMAÑO CARTA,
LETRA ARIAL TAMAÑO 12.
·
FECHA DE ENTREGA: LUNES 03 DE NOVIEMBRE HASTA LAS 13:30 HRS
1. REVISAR
EL BLOG www.profemartinbozo.blogspot.com
2. ELEGIR
Y DESCARGAR DESDE AHÍ 3 DE LOS 6
DISCURSOS DISPONIBLES:
·
MARTIN LUTHER KING, “YO TENGO UN SUEÑO” 1963.
·
CARTA DEL JEFE SEATTLE AL PRESIDENTE DE LOS
E.E.U.U. 1855
·
DISCURSO FINAL CHARLES CHAPLIN “EL GRAN
DICTADOR”
·
DISCURSO SALVADOR ALLENDE 11 DE SEPTIEMBRE 1973
·
DISCURSO ADOLF HITLER “EL TRIUNFO DE LA
VOLUNTAD”
·
DISCURSO ALUMNO GRADUACIÓN INSTITUTO NACIONAL
2012
COMPLETAR EL SIGUIENTE ESQUEMA CON CADA UNO DE LOS TRES
DISCURSOS ELEGIDOS
NOMBRE DISCURSO
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EMISOR
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RECEPTOR (características colectivas)
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TEMA
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OBJETIVO DEL EMISOR
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CONTEXTO SITUACIONAL (investigar fecha, lugar y contexto histórico)
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TIPO LENGUAJE UTILIZADO (formal o se permite informalidades)
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TIPO DE DISCURSO
(justifique)
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INTRODUCCIÓN O EXORDIO DEL DISCURSO
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DESDE
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HASTA
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JUSTIFICACIÓN
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EXPOSICIÓN O DESARROLLO
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DESDE
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HASTA
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JUSTIFICACIÓN
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CONCLUSIÓN O PERORATIO
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DESDE
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HASTA
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JUSTIFICACIÓN
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POSICIÓN(ES) DEL EMISOR (justifique)
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LO MÁS DESTACABLE DEL DISCURSO ES:
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miércoles, 15 de octubre de 2014
DISCURSO MARTIN LUTHER KING "YO TENGO UN SUEÑO" 1963
Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será
ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de
nuestro país.
Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica
sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental
decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de
esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó
como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien
años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es
aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la
discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio
de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro
todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra
desterrado en su propia tierra.
Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición
vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a
cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las
magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia,
firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este
documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados
los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese
pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta
sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos;
un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos
insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia
haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes
bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este
cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la
seguridad de justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a
Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el
momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de
gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia.
Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación
hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de
la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de
sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la
roca sólida de la hermandad.
Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del
momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano,
ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya
un otoño vigorizante de libertad e igualdad.
1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la
esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos,
tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni
descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les
garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán
sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día
de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el
cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer
actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos
corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la
copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por
el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que
nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos
elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la
fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad
negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos
de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han
llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está
inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar,
debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver
atrás.
Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos
civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?"
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos,
fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras
y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los
negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande.
Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar
y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos
satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como
el agua y la rectitud como una poderosa corriente".
Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a
grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas
celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la
libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados
por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del
sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento
que no es merecido, es emancipador.
Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia,
regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras
ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será
cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las
dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado
en el sueño "americano".
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el
verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son
evidentes: que todos los hombres son creados iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos
de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se
puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado
que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en
un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el
cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su
personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador
escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se
convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con
las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas
y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los
torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo
el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso
al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una
piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de
nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos
trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender
la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar
el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de
libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron,
tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la
libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse
realidad.
Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los
montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las
poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de
las Alleghenies de Pensilvania! ¡Qué repique la libertad desde las Rocosas
cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas
pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la
Montaña de Piedra de Georgia! ¡Qué repique la libertad desde la Montaña Lookout
de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de
Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada
aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la
llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y
cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las
palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias
a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
DISCURSO CARTA DEL JEFE SEATTLE AL PRESIDENTE DE LOS E.E.U.U. 1855
El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía
en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los
territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de
Wáshington. A cambio, promete crear una "reservación" para el pueblo
indígena. El jefe Seattle responde en 1855.
El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber
que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también
palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza,
porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su
oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus
armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington
podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el
retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la
tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor
del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada
rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de
la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la
memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles
lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen
cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de
esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de
la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras
hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los
picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del
potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda
decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe
Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será
nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a
considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta
tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los
riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros
antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es
sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo
sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de
la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos
cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras
tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros
hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la
bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras
costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que
cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la
tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y
cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus
antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos
y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son
olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas
que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos
coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las
suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje
y no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco.
Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el
batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no
comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar
solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?. Yo
soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del
viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una
lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues
todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos
comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que
respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si
vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es
valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que
mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también
recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben
mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco
pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar
nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco
debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de
actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el
hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y
no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante
que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se
fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra
con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies
es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que
ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que
enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra
a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el
suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es
el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas
están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la
tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus
hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él,
de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que
seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el
hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer
nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es
igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su
creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras
tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente
iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna
razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no
comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean
todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor
de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivenciaDISCURSO FINAL CHARLES CHAPLIN "EL GRAN DICTADOR"
Lo siento.
Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, yo no
quiero mandar ni conquistar a nadie. Quisiera ayudar a todos si fuera posible.
Judíos, gentiles, negros, blancos... Todos queremos ayudarnos los unos a los
otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no
hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo
hay sitio para cada uno de nosotros y nuestra Tierra es rica y puede
alimentarnos a todos. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero
hemos perdido el rumbo. La codicia ha envenenado el alma del hombre, ha
dividido al Mundo con barricadas de odio, nos ha sumergido en la desgracia y en
un baño de sangre.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a
nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad.
Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y
desconsiderados. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas
necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener cortesia y bondad. Sin
estas cualidades la vida será violenta y todo estará perdido.
Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La
verdadera naturaleza de estos inventos clama por lo bueno que hay en el hombre,
clama por la fraternidad universal y la unión de nuestras almas.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el
mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema
que lleva al hombre a torturar y encarcelar inocentes. Para aquellos que puedan
oirme les digo: no desesperéis. La desgracia que nos aqueja es tan solo la
muerte de la codicia y el resentimiento de hombres que temen el progreso de la
especie humana.
El odio pasará y dictadores morirán, y el poder que le
arrebataron al pueblo volverá al pueblo, y así, mientras los hombres den la
vida por ella, la libertad no perecerá.
Soldados!
No os sometais a las bestias, hombres que os desprecian y
esclavizan, que en nada valoran vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer,
qué decir y qué sentir. Os tratan como a ganado y como inutil carne de cañón.
No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y
corazones de máquina.
Vosotros no sois máquinas, no sois ganado, sois Hombres.
Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que
no aman odian, los que no aman y los inhumanos.
Soldados!
No luchéis por la esclavitud, luchad por la libertad. El el
capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios no está en un
hombre..." No en un hombre ni en un grupo de hombres, sino en todos los
hombres. Y vosotros, el pueblo, vosotros tenéis el poder. El poder de crear
máquinas, el poder de crear felicidad. Vosotros, el pueblo, teneis el poder de
hacer esta vida libre y hermosa, de hacer de esta vida una aventura
maravillosa.
Entonces, en nombre de la democracia, utilicemos ese poder
actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, un mundo decente que dé a
los hombres la oportunidad de trabajar, a la juventud un futuro y a la vejez
seguridad.
Fue bajo la promesa de estas cosas que las bestias subieron
al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas y nunca las
cumplirán. Los dictadores se hacen libres sólo a ellos mismos, pero esclavizan
al pueblo.
Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Luchemos
todos para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar
la codicia, el odio y la intolerancia. Luchemos por un mundo en que reine la
razón. Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la
felicidad.
Soldados!
En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.
DISCURSO SALVADOR ALLENDE 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda
dirigir a ustedes. La Fuerza
Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio
Corporación.
Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán
ellas el castigo moral para los
que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de
Chile, comandantes en jefe
titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más
el señor Mendoza, general
rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad
al gobierno, también se ha
nominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores:
¡Yo no voy a renunciar!
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la
lealtad del pueblo. Y les digo que
tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la
conciencia digna de miles y
miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.
Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen
los procesos sociales ni con el
crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la
hacen los pueblos.
Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad
que siempre tuvieron, la
confianza que depositaron en un hombre que sólo fue
intérprete de grandes anhelos de
justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la
Constitución y la ley y así lo hizo. En
este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme
a ustedes, quiero que
aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo,
unido a la reacción, creó el
clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la
que les enseñara
Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del
mismo sector social que
hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena
reconquistar el poder para seguir
defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra,
a la campesina que creyó en
nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo
de nuestra preocupación por
los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los
profesionales patriotas, a los que
hace días estuvieron trabajando contra la sedición
auspiciada por los Colegios
profesionales, colegios de clase para defender también las
ventajas que una sociedad
capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a
aquellos que cantaron, entregaron
su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de
Chile, al obrero, al campesino, al
intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en
nuestro país el fascismo ya
estuvo hace muchas horas presente en los atentados
terroristas, volando los puentes,
cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los
gasoductos, frente al silencio
de los que tenían la obligación de proceder: estaban
comprometidos. La historia los
juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal
tranquilo de mi voz no llegará a
ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré
junto a ustedes. Por lo menos,
mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la
lealtad de los trabajadores.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo
no debe dejarse arrasar ni
acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino.
Superarán otros hombres este
momento gris y amargo, donde la traición, pretende
imponerse. Sigan ustedes, sabiendo,2 Archivos Salvador Allende
que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las
grandes alamedas por donde
pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza, de que mi
sacrificio no será en vano.
Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección
moral que castigará la felonía,
la cobardía y la traición
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