sábado, 30 de abril de 2011

VINCENT PRICE: MAESTRO DEL TERROR


Vincent Price nació en San Luis, Missouri, hijo de Marguerite Willcox y Vincent Leonard Price, quien era presidente de una compañía productora de caramelos. Price entró al St. Louis Country Day School. Posteriormente estudió historia del arte y bellas artes en la Universidad Yale y en el Courtauld Institute de Londres. Se interesó por el teatro en los años 1930, actuando por primera vez en 1935 en la obra Chicago. Colaboró además junto a Orson Welles en el Mercury Theatre, compañía de teatro fundada por Welles en Nueva York.
En junio de 1936 Vincent Price realizó su primera aparición en radio, en una escena de la radionovela There's Always Juliet junto a Cornelia Otis Skinner. Durante sus primeros años como actor, Price recibió los consejos de Helen Hayes, quien le recomendó permanecer algunos años en el mundo del teatro antes de dedicarse al cine. Finalmente, tras varias audiciones, Price realizó su debut cinematográfico en la cinta Service de Luxe, en 1938. Su primer rol dentro de una película de terror fue en Tower of London (1939), donde actuó junto a Boris Karloff, famoso por haber interpretado al monstruo de Frankenstein en 1931.
Al año siguiente interpretó a Joseph Smith, autor del Libro de Mormón, en la película Brigham Young. Ese mismo año protagonizó la película The Invisible Man Returns (personaje que volvió a encarnar, como parte de un cameo, en la película de 1948 Abbott and Costello Meet Frankenstein). En 1944 protagonizó la cinta Laura junto a Gene Tierney, la cual fue dirigida por Otto Preminger. Ese mismo año participó en Las llaves del reino, donde interpretó a un sacerdote.
En 1946 Price volvió a trabajar junto a Gene Tierney en dos películas, Dragonwyck y Leave Her to Heaven. Interpretó además a varios villanos en cintas como The Web (1947), The Long Night (1947), Rogues' Regiment (1948) y The Bribe (1949) junto a actores como Robert Taylor, Ava Gardner y Charles Laughton. Price trabajó también en la radio, donde interpretó a Simon Templar, también conocido como El Santo, en una serie que fue transmitida entre 1943 y 1951.
En los años 1950 se adentró al cine de terror con La casa de cera (1953), la primera película en 3D, y La mosca (1958). Además actuó en la versión original de House on Haunted Hill (1959) como Fredrick Loren, un excéntrico millonario. En el remake de 1999 el apellido del personaje de Geoffrey Rush es Price, en honor al actor.
Aunque ya asociado al cine de terror, Price tocó papeles muy diversos, y en 1956 rodó el melodrama Serenade, junto a Mario Lanza, Joan Fontaine y Sara Montiel, y participó en la superproducción Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille.
Durante los años 60 participó en varias películas de clase B dirigidas por Roger Corman, las cuales eran adaptaciones de obras del escritor Edgar Allan Poe, como La caída de la casa de Usher (1960), Pit and the Pendulum (1961), Tales of Terror (1962), El cuervo (1963), La máscara de la muerte roja (1964) y La tumba de Ligeia (1965). Al estar basadas en relatos cortos, se debieron agregar elementos nuevos a la trama, los cuales trataban en detalle ciertos temas o explicaban algunas situaciones. Vincent Price estaba familiarizado con el trabajo del escritor desde mucho antes de comenzar a rodar las películas: "las historias de Poe me cautivaron desde el momento en que las leí cuando era niño". Según Price, gran parte de las historias de Edgar Allan Poe eran sátiras, las cuales presentaban una importante cuota de humor, por lo que era necesario incorporar esa esencia en las películas. Vincent Price encarnó al personaje Egghead (conocido como Cascarón), villano creado especialmente para la serie de televisión Batman de los años 1960.
En 1964 protagonizó The Last Man on Earth, película basada en la novela Soy leyenda del escritor Richard Matheson. En 1968 interpretó a un excéntrico artista en el musical Darling of the Day junto a la actriz Patricia Routledge. Esta fue su primera y única participación en un musical de Broadway.6
Price aceptó aparecer en el programa de televisión infantil The Hilarious House of Frightenstein (1971) en Hamilton, Ontario Canadá. Además de sus apariciones al principio y final del programa, su rol consistía en leer poemas sobre los personajes del programa, algunas veces aparecía disfrazado.9 También hizo The Abominable Dr. Phibes en 1971 y Theatre of Blood en 1973.
Price redujo su aparición en películas para dedicarse al trabajo de su voz en narraciones. Participó con su voz en el álbum Welcome to my Nightmare de Alice Cooper, al igual que en el especial de televisión Alice Cooper-The Nightmare. En 1982 el director de cine Tim Burton realizó un cortometraje de animación llamado Vincent, el cual mostraba a un niño que quería ser como Vincent Price. El mismísimo Price participó en este cortometraje haciendo la voz del narrador. Ese mismo año colaboró con su voz en la canción Thriller de Michael Jackson. En 1986 participó en la película animada de Disney The Great Mouse Detective. Además trabajó durante un año en un programa radial llamado Tales of the Unexplained.
Entre 1981 y 1989 fue el presentador de Mystery!, serie de televisión de PBS. Uno de sus últimos trabajos fue en Edward Scissorhands (1990) como el inventor de Edward.
Price fue invitado varias veces al programa de televisión de Johnny Carson The Tonight Show. Participó además como panelista en el programa Hollywood Squares.
Falleció de cáncer de pulmón el 25 de octubre de 1993 a los 82 años de edad, provocado por su adicción al tabaco. Sufría también de enfisema y enfermedad de Parkinson, por lo que su rol en Edward Scissorhands fue más corto de lo previsto. Su voz fue usada póstumamente en el filme Arabian Knight (1995).
En 1999 fue publicada una biografía de Price escrita por su hija Victoria. En 2004 la editorial española T&B publicó Vincent Price. El terror a cara descubierta, de José Manuel Serrano Cueto.
(TOMADO DE WIKIPEDIA)

FILMOGRAFÍA

• Service de Luxe (1938)
• The Private Lives of Elizabeth and Essex (1939)
• Tower of London (1939)
• The Invisible Man Returns (1940)
• Green Hell (1940)
• The House of the Seven Gables (1940)
• Brigham Young - Frontiersman (1940)
• Hudson's Bay (1941)
• The Song of Bernadette (1943)
• The Eve of St. Mark (1944)
• Wilson (1944)
• Laura (1944)
• The Keys of the Kingdom (1944)
• A Royal Scandal (1945)
• Leave Her to Heaven (1945)
• Shock (1946)
• Dragonwyck (1946)
• The Web (1947)
• The Long Night (1947)
• Moss Rose (1947)
• Up in Central Park (1948)
• Abbott and Costello Meet Frankenstein (1948) (voz)
• Rogues' Regiment (1948)
• The Three Musketeers (1948)
• The Bribe (1949)
• Bagdad (1949)
• The Baron of Arizona (1950)
• Champagne for Caesar (1950)
• Curtain Call at Cactus Creek (1950)
• Notes on the Port of St. Francis (1951) (narrador)
• Adventures of Captain Fabian (1951)
• His Kind of Woman (1951)
• Pictura: An Adventure in Art (1951) (narrador)
• The Las Vegas Story (1952)
• La casa de cera (1953)
• Crucifixión (1953) (narrador)
• Dangerous Mission (1954)
• Casanova's Big Night (1954) (cameo)
• The Mad Magician (1954)
• Born In Freedom: The Story of Colonel Drake (1955)
• Son of Sinbad (1955)
• Serenade (1956)
• While the City Sleeps (1956)
• The Vagabond King (1956) (narrador)
• The Ten Commandments (1956)
• Eight Steps to Peace (1957) (narrador)
• The Story of Mankind (1957)
• La mosca (1958)
• House on Haunted Hill (1959)
• The Big Circus (1959)
• The Tingler (1959)
• Return of the Fly (1959)
• The Bat (1959)
• La caída de la casa Usher (1960)
• Nefertiti, Queen of the Nile (1961)
• Rage of the Buccaneers (1961)
• Master of the World (1961)
• Pit and the Pendulum (1961)
• Naked Terror (1961) (narrador)
• Tales of Terror (1962)
• Convicts 4 (1962)
• Tower of London (1962)
• Taboos of the World (1963) (narrador)
• The Raven (1963)
• Diary of a Madman (1963)
• Beach Party (1963)
• The Haunted Palace (1963)
• Twice-Told Tales (1963)
• The Comedy of Terrors (1964)
• The Last Man on Earth (1964)
• The Masque of the Red Death (1964)
• Chagall (1964) (narrador)
• The Tomb of Ligeia (1965)
• War-Gods of the Deep (1965)
• Dr. Goldfoot and the Bikini Machine (1965)
• Dr. Goldfoot and the Girl Bombs (1966)
• The Jackals (1967)
• The House of 1,000 Dolls (1967)
• Spirits of the Dead (1968) (narrador)
• Witchfinder General (1968)
• More Dead Than Alive (1968)
• Scream and Scream Again (1969)
• The Oblong Box (1969)
• The Trouble with Girls (1969)
• Cry of the Banshee (1970)
• Mooch Goes to Hollywood (1971) (cameo)
• The Abominable Dr. Phibes (1971)
• The Beginning of the End of the World (1971) (narrador)
• The Hilarious House of Frightenstein (1971) (cameo: narrador/presentador)
• An Evening with Edgar Allan Poe (1972) (narrador)
• The Aries Computer (1972)
• Dr. Phibes Rises Again (1972)
• Theatre of Blood (1973)
• It's Not the Size That Counts (1974)
• Madhouse (1974)
• The Devil's Triangle (1974) (narrador)
• Journey Into Fear (1975)
• Alice Cooper: Welcome to My Nightmare (1975) (documental)
• The Butterfly Ball (1976) (voz)
• Days of Fury (1978) (narrador)
• Scavenger Hunt (1979)
• The Monster Club (1980)
• Pogo for President: 'I Go Pogo' (1980) (voz)
• Vincent (1982) (voz)
• House of the Long Shadows (1983)
• Bloodbath at the House of Death (1984)
• Dracula, the Great Undead (1985) (narrador)
• Los 13 fantasmas de Scooby-Doo (1985) (voz)
• The Nativity (1986) (voz)
• The Great Mouse Detective (1986) (voz)
• The Whales of August (1987)
• The Offspring (1987)
• Vincent Price: The Sinister Image (1988) (documental)
• Dead Heat (1988)
• Don't Scream It's Only a Movie (1989) (narrador)
• Catchfire (1990)
• Edward Scissorhands (1990)
• Preminger: Anatomy of a Filmmaker (1991) (documental)
• Arabian Knight (1995) (voz pregrabada y luego usada)

martes, 26 de abril de 2011

DISCURSO PÚBLICO 4º MEDIOS

Guía Nº 2
Unidad: “El Discurso Público: aspectos teóricos”
(4º Año Medio)

Los discursos públicos pueden ser escritos u orales, desarrollan un tema de interés general para un gran número de personas. Su emisor está investido de autoridad, y su finalidad más importante es convencer al auditorio que lo recibe, llevándolo a tomar una determinada actitud o postura frente a lo que se expone.
Algunos tipos de situaciones orales en las cuales se hace uso d3el discurso público, son: debates, foros, discursos emitidos ante una audiencia, conferencia, etc.
Respecto a los textos escritos, éstos adquieren la característica de públicos cuando son elaborados para un receptor colectivo. A modo de ejemplos, tenemos: ensayos, artículos, textos de opinión, etc.

I .- ESTRUCTURA

La estructura básica utilizada para este tipo de discurso es:

a) Introducción o exordio: corresponde a la unidad discursiva que plantea el tema, explicita la situación en la cual se produce (que puede considerar tanto el lugar en el cual se desarrolla el proceso comunicativo como los antecedentes que llevan a hacer referencia al tema planteado) y motiva a la audiencia a través de recursos persuasivos (lógico – racional o emotivo), que involucren al receptor en el discurso.

b) Exposición: desarrollo del tema planteado, presentando argumentos, hechos, recursos discursivos, elementos no verbales (como gráficos, cuadros), etc., que permitan mantener la atención del auditorio y posibiliten comprender el tema. Aquí es importante considerar aspectos como la claridad en la exposición de las ideas, el orden de desarrollo de los diferentes aspectos del tema para no confundir y el tipo de receptor al cual va dirigido para determinar el nivel de profundidad de las ideas y el lenguaje a utilizar. En síntesis, como en un discurso dirigido a un gran número de personas, se deben considerar una serie de factores y de recursos, que permitan que el público entienda lo que se expone.

c) Conclusión o peroratio: unidad discursiva que cierra el discurso. En general, se tiende a hacer una síntesis de lo expuesto, rescatando aquellos aspectos más importantes, y se apela a que los receptores tomen una posición favorable frente a lo manifestado.

Para poder realizar un buen discurso público, es importante que las ideas y argumentos queden claramente expresados, sólo así es posible su comprensión total por parte de los receptores. Por esta razón, hay que considerar algunos aspectos respecto a la forma en la cual se elabora:

a) La intención: el emisor de un discurso público puede tener diversidad de intenciones al emitir su mensaje. Entre ellas se encuentra: informar, convencer, exponer, lograr acuerdo o aprobación, etc. Esta intención puede estar explícita o implícita en el texto, siendo importante que el emisor la considere cuando se elabora el discurso.

b) Propósito o finalidad: se relaciona con la intención y corresponde al objetivo que se persigue a través del discurso público. Debido a que considera temas de interés general, involucra a los receptores, comunicándoles determinadas concepciones o interpretaciones de la realidad como el fin de que el auditorio se comprometa con lo postulado o provocando una reflexión que los lleve a tomar decisiones o a adherirse a determinadas actitudes o comportamientos.



c) Organización de las ideas: a partir del planteamiento del tema, las diversas ideas que configuran el discurso deben organizarse en orden de importancia, entregando justificaciones adecuadas, que permitan a los receptores entender cuál es la posición que se plantea. Es importante evitar las divagaciones, incoherencias e ideas inconclusas, pues todo esto atenta en contra del discurso, impidiendo una adecuada comprensión por parte del auditorio.

d) Uso de los distintos tipos de discurso: en estos discursos se integran las diversas formas discursivas: expositiva, argumentativa, descriptiva, narrativa, informativa. La elección de cada una dependerá de lo que se propone el emisor. Por ejemplo: para motivar al público, puede narrar una anécdota que los receptores pueden sentir cercana; por otra parte, para defender su posición, puede presentar cuadros comparativos con información que muestre que su posición es mejor.

e) Relación jerárquica emisor – receptor: la relación que se establece entre ambos es asimétrica. El emisor está investido de autoridad (por su cargo o conocimientos), mientras que el receptor está recibiendo nueva información.

f) Uso de la “enciclopedia” o conjunto de saberes: como el discurso es emitido hacia un grupo del cual se conocen sólo sus características generales, el emisor debe ser muy cuidadoso respecto de omitir aquellas informaciones que sean relevantes. No es posible determinar si todo el grupo maneja el mismo nivel de conocimientos, por lo que al elaborar un discurso público se deben evitar los supuestos que puedan crear ambigüedad o confusión.

g) Perspectiva del emisor: quien emite este tipo de discurso puede tomar distintas posiciones frente al tema. Por ejemplo:
§ Objetiva: se remite sólo a informar, evitando entregar opiniones que manifiesten su visión personal frente a lo expuesto.
§ Crítica: entrega argumentos que hacen referencia no sólo a los aspectos positivos del tema, sino también a los problemas o posibles deficiencias que tenga su planteamiento. Por otro lado, esta posición
puede manifestarse al intentar defender su postura, cuando señala los aspectos
negativos del estado actual del tema tratado, postulando
su planeamiento como una opción más válida.
§ Admirativa: se da sobre todo en los discursos conmemorativos, en los cuales se rescatan los aspectos positivos del hecho o personaje que causa la celebración.
§ Reflexiva: el desarrollo de su tema se enmarca en una reflexión o desarrollo de pensamiento, mediante la argumentación, intentando llevar al receptor a la comprensión de sus ideas de una manera profunda y no sólo superficialmente.
§ Problematizadora: el emisor, a través de su discurso, intenta crear conflicto en sus receptores, enfrentándolos al problema del cual surge su tema. Con eso pretende crear una reacción más activa de su auditorio.

II.- FACTORES DE LA COMUNICACIÓN

Emisor: como ya se ha dicho, el emisor corresponde a una persona que posee autoridad para emitir el discurso, ya que esto lo hace válido ante quienes reciben el mensaje. Además de una persona, el emisor puede ser una institución, que también debe cumplir con la característica de autoridad. Por ejemplo, comunicados del Gobierno de Chile).
Receptor: corresponde a un receptor colectivo o público. Es un grupo de personas que reciben, como conjunto, el mensaje. Si bien en el discurso, o en la parte introductoria, se puede destacar a algunos (por ejemplo: Señor Presidente, Señores
Ministros, señoras y señores), el discurso va dirigido a la talidad. La variedad de
emisores es un aspecto importante a considerar cuando se estructura el texto.
Mensaje: la estructura que toma es de discurso, considerando las partes ya señaladas: introducción, exposición y conclusión.


Tema: corresponde a temas de interés público o general. El tema debe guardar relación con aquello que es de interés para el grupo al cual va dirigido.
Situación: es emitido en situaciones formales, que cumplen con cierta ritualidad (por ejemplo: presentación del exponente, aplausos, silencio del auditorio mientras el exponente habla, etc.).
Código: se utiliza un nivel formal y culto, haciendo uso de recursos verbales, no verbales y paraverbales, los que permiten enfatizar, aclarar, informar, destacar diversos aspectos del tema, etc. La correcta utilización del códig implica considerar el tipo de emisor. Por ejemplo: no se pueden utilizar términos técnicos y de poco uso para hablar frente a personas que no manejen el tema. El lenguaje debe adecuarse a los oyentes, pues de lo contrario no se entenderá.
Canal: puede realizarse a través de los medios de comunicación de masas o directamente

III.- TIPOS DE DISCURSOS PÚBLICOS

A) Comunitario: corresponde a aquellos que se realizan frente a grupos representativos de alguna comunidad particular, por ejemplo: mapuches, padres y apoderados, juntas de vecinos, feligreses o representantes de las iglesias, trabajadores, médicos, etc. En este caso, el tema es de importancia para ese grupo específico y tiene relación con aspectos que para ellos son relevantes. El lenguaje a utilizar debe guardar relación con el grupo, considerando el nivel cultural y conocimientos que la mayoría posee.

B) Político: corresponde a aquellos discursos emitidos por una autoridad del gobierno o pública, o por candidatos a cargos públicos. Generalmente van dirigidos a la totalidad del país y dan cuenta de planes o proyectos del gobierno, logros en la gestión, promesas de proyectos a futuro, avances logrados, propuestas de leyes, temas de importancia para la nación, etc.

C) Ceremonial o conmemorativo: corresponde a aquellos discursos emitidos en situaciones específicas, que poseen una significación a nivel personal, institucional o gubernamental. Son los que se producen en actos de aniversarios, inauguración de eventos, de despedida, funerales, fechas de relevancia histórica, etc. Este tipo de discurso varía en su nivel de formalidad, dependiendo de la audiencia. Por ejemplo: una celebración de aniversario de bodas permite un grado de informalidad que no es aceptado en aquellos de conmemoración de fechas históricas realizado por el Presidente. Por otra parte, el discurso tiende a rescatar aquellos aspectos que son dignos de alabanza o elogio, ya sea de la situación celebrada o de la persona que recibe el festejo.

D) Religioso: corresponde a discursos emitidos por alguna autoridad religiosa en situaciones relacionadas con este ámbito. Su lenguaje es formal y tiende a hacer referencias constantes al ámbito espiritual, dependiendo de la Iglesia que lo emita (por ejemplo: Dios, autoridades, pasajes de la Biblia o libros sagrados, etc.). Dentro de los discursos orales se encuentran, por ejemplo, los sermones o prédicas, y, en los escritos, están las encíclicas o las cartas dirigidas a grupos de feligreses.

martes, 12 de abril de 2011

ARRANCA QUE VIENEN LOS ZOMBIES!!!!!!!!!!


A tumba abierta. Así se ha lanzado el mercado editorial sobre el filón de los zombis, colectivo que está tomando el relevo de sus primos lejanos, los vampiros, en el corazón del aficionado al fantástico.

Mayo de 1968. Hordas de estudiantes de melena enmarañada y aspecto descuidado se manifiestan en París contra la guerra de Vietnam y el pujante imperialismo yanqui. Los McDonald’s están por todas partes. Los muertos están por todas partes. Vuelven a sus casas, se reencuentran con sus familias, sólo que lo hacen cubiertos con la bandera norteamericana, porque ya han empezado a pudrirse. Las cámaras de televisión también están por todas partes. El primer coletazo de la globalización tuvo, en cierto sentido, espíritu zombi. Y si no, que se lo digan al tipo que creó al devoracerebros contemporáneo: George A. Romero. El bueno de George tiene la culpa de que la literatura zombi esté invadiendo las librerías. ¿De veras? ¿Por qué? ¿Y cómo demonios lo ha hecho? Será mejor que empecemos por el principio.

El del zombi es un mito medieval. Se dice que había tipos que administraban a otros una especie de pócima no milagrosa que les hacía entrar en un trance mortal: el corazón de la víctima latía tan despacio que parecía muerta. Y como cádaver al borde de la putrefacción, se enterraba. ¿Y qué hacía el verdugo entonces? Desenterrar al no muerto y hacerle engullir el antídoto a esa suerte de veneno, lo que provocaba un colapso en el ya maltratado cuerpo de la víctima (rescatada cuando estaba a punto de arañar el atáud desde dentro) que la dejaba a expensas del artífice del invento. La administración de tan profundo sedante (según el etnobotánico Wade Davis, una toxina que se encuentra en el pez globo) provoca graves daños en el cerebro, que el segundo polvo mágico (o remedio) acaba de destrozar, anulando así la voluntad de la víctima, que queda en manos de su verdugo. Se dice que, por entonces, los zombis se utilizaban para recoger cañas de azúcar y cualquier trabajo sucio del campo, sin necesidad de ser, por supuesto, recompensados. Una especie de esclavos sin conciencia de sí mismos que se limitaban a deambular y acatar órdenes. Hay quien añade a esta versión de las pócimas el componente vudú (hechiceros que eran capaces de acabar con la voluntad de sus víctimas). Sea cual sea el caso, el resultado es el mismo, un muerto en vida. O un vivo que apenas respira y pestañea. Mito con un sugerente potencial narrativo que, aunque muy probablemente a lo largo de la historia alimentó, sin saberlo, las pesadillas de más de un futuro escritor de novelas de terror, vivió al margen (mejor dicho, en este caso, no vivió) hasta que el chaval de la coleta y las gafas gigantes (George A. Romero) lió a un montón de amigos para rodar la película que refundaría la figura del zombi: La noche de los muertos vivientes. O de cómo la visita de una pareja de hermanos a un cementerio acaba en resurrección de los ex vivos.

Romero asegura que se basó en el clásico Soy leyenda de Richard Matheson para construir la historia, pero lo cierto es que allí (en el distópico y siniestro mundo desolado de Matheson) no había tipos pudriéndose. Más bien algo parecido a esos vampiros que siguen poblando los estantes de las librerías, aunque ahora deben compartir parte del botín con esos otros no muertos que huelen mal. Pero, volviendo a Romero, el caso es que, ciertamente, tal y como apuntan todos los expertos en la materia, fue él quien rescató al zombi del olvido y lo convirtió en una especie de antihéroe (el director no se cansa de asegurar que en sus películas los vivos son los villanos) que sólo piensa en alimentarse (de carne viva y humana). Romero fue quien dijo que al zombi había que dispararle a la cabeza, que sus movimientos eran estúpidos (al fin y al cabo, un cerebro muerto no puede comunicarse a la perfección con un montón de músculos muertos) y que la cosa era contagiosa (hasta La noche de los muertos vivientes era impensable que un monstruo te pudiese pegar algo, y mucho menos la no muerte, a excepción de los vampiros, por supuesto, pero lo suyo tenía mucha más clase).

¿Y qué pasó a continuación? Que primero tímidamente y después descaradamente (sobre todo tras el estreno de Zombi, también conocida como El amanecer de los muertos, del propio Romero, una brutal crítica al consumismo, a punto para la era yuppie, formato clientes putrefactos), el género de los devoracerebros se hizo un hueco en el videoclub (al fin y al cabo, estamos hablando de los años 1980). Y luego asaltó el cine. Y conquistó (o, mejor dicho, se comió) el corazón de los más jóvenes, hasta el punto de que, cuando Playstation decidió lanzar su propia consola de videojuegos (rompiendo para siempre el oligopolio Sega-Nintendo), lo hizo apoyándose en un adictivo nuevo género llamado “survival horror”, cuyo máximo exponente siempre ha sido Resident Evil. Sí, la cosa consiste en matar muertos.

Y, así las cosas, cuando parecía que el zombi no podía dar más vueltas, aparece un tipo llamado Max Brooks (que, para colmo, es hijo de Mel Brooks, director de la desternillante El jovencito Frankenstein) y se lanza a relatar lo que pasó cuando la raza humana estuvo a punto de extinguirse en Guerra Mundial Z (Almuzara), y luego lo adereza con una excelente Zombi. Guía de supervivencia (Berenice), que ya ha alcanzado la octava edición en España (donde los títulos se han publicado al revés, primero llegó la guía y luego el falso documental literario). Y, aunque antes maestros del terror de la talla de Stephen King habían jugueteado con el género (en Cementerio de animales los no muertos eran mascotas, por poner un adictivo ejemplo, aunque ahí está también la civilización que cae víctima de los teléfonos móviles en Cell), tomando siempre como punto de partida, eso sí, al zombi de Romero, es el libro de Max (al menos, en España) el que desata la euforia.

Y, de la noche a la mañana, las librerías se llenan de Zombis Rubias (ya un clásico de Brian James, editado por La Factoría de Ideas, en el que un grupo de animadores rubias y cadavéricamente perfectas asola un pequeño pueblo, empezando por el instituto) y de Zombies a secas (fabulosa es la antología de relatos que acaba de publicar Minotauro, en la que figuran desde Neil Gaiman hasta el propio King, pasando por su hijo, Joe Hill y otros clásicos del terror como Dan Simmons, George R.R. Martin o Poppy Z. Brite). ¿Qué demonios está pasando? ¿A qué se debe semejante invasión?